
He coservado intacto tu paisaje pero no sé hasta donde está intacto sin tí, sin que tú le prometas horizontes de niebla, sin que tú le reclames su ventana de arena. Puedes querer el alba cuando ames. Debes venir a reclamarte como eras. Aunque ya no seas tú, aunque contigo traigas dolor y otros milagros. Aunque seas otro rostro de tu cielo hacia mí. Benedetti
domingo, 31 de mayo de 2009
viernes, 29 de mayo de 2009
Poemas Andaluces

Ella es luna, sol, tallo que nace
y perfume de almizcle
Perfecta, brillante, floreciente
y aroma enamorado
Quién la mira se prenda de ella
pero es coto cerrado
*************
Se ríe y aparecen brillantes perlas
Se quita el velo y surgen dos estrellas
El mismo tiempo se detiene para verla
Y mi corazón de ella no puede olvidarse
*************
Ves a Ahmad en la cumbre de su gloria
no existe otro como él
Y es luz nacida en Occidente
que no tiene igual en Oriente
************
Nunca me gustó beber en los verdes prados
a menos que un talle esbelto
viera conmigo despuntar el alba
o que al caer la tarde me dijera:
"El viento tiene celos
de aquel que acaricia mis mejillas
"Ella, dueña de los corazones,
sembradora de inquietudes
Ella que puede provocar deseo
al espíritu más templado
Dulces labios que guardan perlas,
dando de beber al amante
herido de amor y fiel a sus promesas.
*************
El colirio de las tinieblas
fluye en la pupila de la aurora
hasta el blanco de la mañana
La delicadeza muñeca del río
tiene los puños verdes
por los árboles de la orilla.
*************
Qué hermoso día pasamos en el prado
junto a la ribera del río de Sevilla
Subidos en el barco
rompimos el sello del almizcle
y nos envolvió por completo su perfume
mientras la mano de las tinieblas
extendía sobre nosostros
el negro manto de la noche.
*************
Pasarán años y siglos
y seguiré amando la hermosura de tus ojos
mientras tú no te apiadas de mí
ni logro enternecer tu corazón.
Yo quisiera que vieras lo que has hecho conmigo:
mi corazón es la reja del arado
en el yunque del herrero:
las lágrimas corren, el fuego arde
y el martillo lo llena de golpes.

sábado, 23 de mayo de 2009
ZIRYAB POETA Y MUSICO
El laúd árabe o 'ud llega a la corte cordobesa en el siglo IX de la mano del laudista y cantante de origen persa Abul-Hasan Alí ibn Nafi, más conocido por el sobrenombre de Ziryab; según algunos, por asemejarse su voz a la del mirlo, y según otros por el oscuro color de su tez. Ziryab había sido, en la lejana Bagdad, discípulo aventajado de Ishaq al-Mausilí, músico predilecto del Califa, que al ver las cualidades con las que estaba dotado Ziryab y que podían opacar las suyas le obligó a sufrir el exilio.
Ziryab salió de Bagdad llevando consigo más de mil poemas en diferentes modos.
Mientras atravesó el Magreb se detuvo en Kairouan, en el centro de la región llamada Ifriqiyya. En dicha ciudad tomó contacto especialmente con la música popular, recopilando las melodías y ritmos del Magreb antes de continuar su viaje hacia occidente.
En Córdoba encontró la prosperidad, el reconocimiento de su arte y una fama sin precedentes. Con el apoyo de Abd al-Rahman II creó lo que se puede considerar el primer conservatorio del mundo islamico, donde se fundarían las bases para la musica de al-Andalus que posteriormente influirían tanto en toda la península. Ziryab era poeta, literato, astrónomo, geógrafo, un refinado esteta y un célebre gourmet, pero ante todo fue un gran músico y dio a conocer en al-Andalus el instrumento islámico por excelencia, el 'ud.
En al-Andalus se dieron algunas significativas transformaciones del instrumento, por ejemplo, la sustitución de las bocas de la tapa por decorativos rosetones, seguramente préstamo de la arquitectura gótica, y el añadido del quinto orden de cuerdas, que se atribuye a Ziryab, aunque es seguro que convivieran los ejemplares de cinco y cuatro órdenes.
También se atribuyen a Ziryab otras modificaciones: un aligeramiento general del instrumento, mejora en la calidad de las cuerdas y sustitución de los plectros de madera por otros más flexibles de pluma de águila, con lo que produjo un sonido más agradable en el instrumento.
Al ser reconquistadas Córdoba y Sevilla, el 'ud adquiere protagonismo en el ambiente cultural de la corte de Alfonso X ''El Sabio'', en algunos de cuyos códices están representados bellos ejemplares. El 'ud pronto pasó a la zona norte peninsular, que recibía gran influencia a través del Camino de Santiago.
Por su delicado sonido y sus cualidades melódicas, ideales para acompañar el canto, el 'ud se convirtió rápidamente en el instrumento más popular entre trovadores, troveros y juglares; y por su carácter rítmico tuvo un gran papel en la música de danza. Al extenderse su uso por el resto de Europa, fue adquiriendo diferentes nombres, del castellano "laúd" o "alaúd" (del nombre árabe "al-'ud") pasó a ser "luth" en francia o "liuto" en italia, pero hasta el siglo XV siempre mantuvo el espíritu original del instrumento legado por Ziryab.
Ziryab salió de Bagdad llevando consigo más de mil poemas en diferentes modos.
Mientras atravesó el Magreb se detuvo en Kairouan, en el centro de la región llamada Ifriqiyya. En dicha ciudad tomó contacto especialmente con la música popular, recopilando las melodías y ritmos del Magreb antes de continuar su viaje hacia occidente.
En Córdoba encontró la prosperidad, el reconocimiento de su arte y una fama sin precedentes. Con el apoyo de Abd al-Rahman II creó lo que se puede considerar el primer conservatorio del mundo islamico, donde se fundarían las bases para la musica de al-Andalus que posteriormente influirían tanto en toda la península. Ziryab era poeta, literato, astrónomo, geógrafo, un refinado esteta y un célebre gourmet, pero ante todo fue un gran músico y dio a conocer en al-Andalus el instrumento islámico por excelencia, el 'ud.
En al-Andalus se dieron algunas significativas transformaciones del instrumento, por ejemplo, la sustitución de las bocas de la tapa por decorativos rosetones, seguramente préstamo de la arquitectura gótica, y el añadido del quinto orden de cuerdas, que se atribuye a Ziryab, aunque es seguro que convivieran los ejemplares de cinco y cuatro órdenes.
También se atribuyen a Ziryab otras modificaciones: un aligeramiento general del instrumento, mejora en la calidad de las cuerdas y sustitución de los plectros de madera por otros más flexibles de pluma de águila, con lo que produjo un sonido más agradable en el instrumento.
Al ser reconquistadas Córdoba y Sevilla, el 'ud adquiere protagonismo en el ambiente cultural de la corte de Alfonso X ''El Sabio'', en algunos de cuyos códices están representados bellos ejemplares. El 'ud pronto pasó a la zona norte peninsular, que recibía gran influencia a través del Camino de Santiago.
Por su delicado sonido y sus cualidades melódicas, ideales para acompañar el canto, el 'ud se convirtió rápidamente en el instrumento más popular entre trovadores, troveros y juglares; y por su carácter rítmico tuvo un gran papel en la música de danza. Al extenderse su uso por el resto de Europa, fue adquiriendo diferentes nombres, del castellano "laúd" o "alaúd" (del nombre árabe "al-'ud") pasó a ser "luth" en francia o "liuto" en italia, pero hasta el siglo XV siempre mantuvo el espíritu original del instrumento legado por Ziryab.

El Laúd y la Odalisca
jueves, 21 de mayo de 2009
Poema Andaluz

PENAS Y ALEGRIAS DEL AMOR
Mira cómo se me pone
la piel, cuando te recuerdo...
Por la garganta me sube
un río de sangre fresco,
de la herida que atraviesa,
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos,
y cuchillos en los dedos,
y en mi sien, una corona
hecha de alfileres negros.
Mira cómo se me pone
la piel, cada vez que me acuerdo
que soy un hombre casao...
¡Y sin embargo, te quiero!
Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio;
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arenas, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo,
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
Y yo bien sé que me quieres,
y tú sabes que te quiero,
y lo sabemos los dos,
y nadie puede saberlo...
¡Ay, pena, penita, pena
de nuestro amor en silencio!
¡Ay, qué alegría, alegría
quererte como te quiero!
Cuando por la noche a solas,
me quedo con tu recuerdo,
derribaría la pared
que separa nuestro sueño.
Rompería con mis manos
de tu cancela los hierros
con tal de verme a tu vera,
tormento de mis tormentos,
y te estaría besando
hasta quitarte el aliento.
Y luego... ¡Qué se me da
quedarme en tus brazos, muerto!...
¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!
Nuestro amor es agonía,
luto, angustia, llanto, miedo,
muerte, pena, sangre, vida,
luna, rosa, sol y viento.
Es morirse a cada paso
y seguir viviendo, luego,
con una espada de punta
siempre pendiente del techo.
Salgo de mi casa al campo
sólo con tu pensamiento,
por acariciar a solas
la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo
cuando venías del pueblo,
y que no te he dicho nunca,
mi vida, que yo lo tengo;
y lo estrujo entre mis manos
lo mismo que un limón nuevo,
y miro tus iniciales,
y las repito en silencio
para que ni el campo sepa
lo que yo te estoy queriendo...
Ayer, en la Plaza Nueva,
- vida, no vuelvas a hacerlo-
te vi besar a mi niño,
a mi niño, el más pequeño,
y cómo lo besarías,
¡Ay, Virgen de los Remedios!
que fue la primera vez
que a mí distes un beso.
Llegué corriendo a mi casa
alcé a mi niño del suelo
y, sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
en su cara de amapola
mordió mi boca tu beso.
¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!
Mira: pase lo que pase,
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío
lo pisoteen por el suelo,
y aunque la tierra se abra...
Aún cuando lo sepa el pueblo,
y pongan nuestra bandera
de amor a los cuatro vientos,
¡Sígueme queriendo así,
tormento de mis tormentos!
¡¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!!
Mira cómo se me pone
la piel, cuando te recuerdo...
Por la garganta me sube
un río de sangre fresco,
de la herida que atraviesa,
de parte a parte mi cuerpo.
Tengo clavos en las manos,
y cuchillos en los dedos,
y en mi sien, una corona
hecha de alfileres negros.
Mira cómo se me pone
la piel, cada vez que me acuerdo
que soy un hombre casao...
¡Y sin embargo, te quiero!
Entre tu casa y mi casa
hay un muro de silencio;
de ortigas y de chumberas,
de cal, de arenas, de viento,
de madreselvas oscuras
y de vidrios en acecho.
Un muro para que nunca
lo pueda saltar el pueblo,
que anda rondando la llave
que guarda nuestro secreto.
Y yo bien sé que me quieres,
y tú sabes que te quiero,
y lo sabemos los dos,
y nadie puede saberlo...
¡Ay, pena, penita, pena
de nuestro amor en silencio!
¡Ay, qué alegría, alegría
quererte como te quiero!
Cuando por la noche a solas,
me quedo con tu recuerdo,
derribaría la pared
que separa nuestro sueño.
Rompería con mis manos
de tu cancela los hierros
con tal de verme a tu vera,
tormento de mis tormentos,
y te estaría besando
hasta quitarte el aliento.
Y luego... ¡Qué se me da
quedarme en tus brazos, muerto!...
¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!
Nuestro amor es agonía,
luto, angustia, llanto, miedo,
muerte, pena, sangre, vida,
luna, rosa, sol y viento.
Es morirse a cada paso
y seguir viviendo, luego,
con una espada de punta
siempre pendiente del techo.
Salgo de mi casa al campo
sólo con tu pensamiento,
por acariciar a solas
la tela de aquel pañuelo
que se te cayó un domingo
cuando venías del pueblo,
y que no te he dicho nunca,
mi vida, que yo lo tengo;
y lo estrujo entre mis manos
lo mismo que un limón nuevo,
y miro tus iniciales,
y las repito en silencio
para que ni el campo sepa
lo que yo te estoy queriendo...
Ayer, en la Plaza Nueva,
- vida, no vuelvas a hacerlo-
te vi besar a mi niño,
a mi niño, el más pequeño,
y cómo lo besarías,
¡Ay, Virgen de los Remedios!
que fue la primera vez
que a mí distes un beso.
Llegué corriendo a mi casa
alcé a mi niño del suelo
y, sin que nadie me viera,
como un ladrón en acecho,
en su cara de amapola
mordió mi boca tu beso.
¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!
Mira: pase lo que pase,
aunque se hunda el firmamento,
aunque tu nombre y el mío
lo pisoteen por el suelo,
y aunque la tierra se abra...
Aún cuando lo sepa el pueblo,
y pongan nuestra bandera
de amor a los cuatro vientos,
¡Sígueme queriendo así,
tormento de mis tormentos!
¡¡Ay, qué alegría y qué pena
quererte como te quiero!!
La Favorita del Sultán

Marcha, despiadada y cruda,
pues me quemas con tus besos,
al lucir casi desnuda
tantas gracias y embelesos.
Sol que en el cenit me abrasas
sin una nube en tu cielo,
yo te pondré dobles gasas,y no te veré sin velo:
sobre un lecho encubertado
te he hacer cubrir de flores,
y serás vergel cerrado,
donde se oculten mis amores.
¡Judía, que por fortuna
de mi ser eres sirena,
como tú no vi ninguna,ni cristiana ni agarena!
Tú te ríes y te alegras
cuando en mí los bríos faltan,mientras tus pupilas negras
ebrias de placer te saltan.¿Quién ha de romper tus lazos?
Enamoras, avasallas,y un día de tus abrazos
rinde más que cien batallas.¡Deja tu delirio ciego!
…Mientras en tu seno hermoso
me adormeces con el ruego,mientras cantas y reposo,
febles sufren mis soldados
la ignominia en sus derrotas;y en los mares agitados
pierdo mis avaras flotas:pierdo a Egipto
y sus llanuras,donde las auras regaladas
mecen las espigas puras
en las cañas encorvadas;donde las moles eternales
donde el orgullo está escrito,se alzan en los arenales
con la esfinge de granito;cuyo párpado despierto
jamás una vez cerraron
ni los vientos del desierto,ni los siglos que pasaron.
Tú me encantas, y consientes
que amenacen mis dos mares
las águilas de dos frentes
de los ambiciosos zares.
¡Guay el autócrata un día
no venga a tomar mi harem,y por ser esclava mía
conmigo mueras también!No desnudes por mi amor
ese tu seno hechicero,y deja que tu señor
vaya a desnudar su acero.
Que tiña en sangre su filo,que levante en sus furores
pirámides junto al Nilo
de cabezas de traidores.Mas ¡ah!… ¡mis votos fallidos
dejarás con ilusiones,rémora de los sentidos,
imán de los corazones!Porque el más adusto moro
que a las lides se partiera,puesto a contemplar tu lloro,
riendas al corcel volviera.Yo caricias he probado
de unas hermosas de nieve,cuyo beso regalado
con grata emoción conmueve.
Pero tu beso, sultana,dulce beso humedecido
de esos tus labios de grana,me enloquece, me ha perdido.
Desprecio, pues, mis riquezas,y cual vanos oropeles,
mis títulos y grandezas,mis tropas y mis bajeles.
Mis palacios no deseo con dilatados confines,ni mis casas de recreo,
con estanques y jardines
ni del Arabia dichosa
los más exquisitos dones,ni frescos baños de rosa,
ni púrpuras, ni bridones;ni el nombre que se me da,
de señor de mar y tierra,de sombra augusta de Alá,
príncipe de paz y guerra.
Desprecio las dignidades de mis bélicas proezas,
y mis pueblos y ciudades con torres y fortalezas.
Y haré decir al diván que no tengo más estados,
que mi pipa, mi atagán,
y tus ojos adorados.
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